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Mentiras de la Generación Y (1-5)
Eres especial (No eres especial)
Todos los niños creen ser diferentes, crecen pensando que jugar en el Barça es una posibilidad. Falsas promesas de un reinado temporal. Sin previo aviso, los adultos dejan un día de sonreír. «Alteza, ya no es usted especial». Se desvanecen los sueños y queda la vida. Escoge carrera, encuentra trabajo, busca novio, firma hipoteca, produce bebés y deja de molestar. Nada más salir de la universidad, la princesa exigía posición en el Consejo. Sirviendo cafés en Londres comprendió la realidad: su talento no era único ni especial. Pero, con 22 años, seguía en posesión del recurso más valioso, nuestro era el tiempo para quemar la ciudad. Un día duró la épica. Me miraste con ojos de cambiar el mundo y la mañana siguiente firmabas con Deloitte. Si la vida es un partido de fútbol, tú saliste a empatar. BlackBerry, Casual Friday y formación en Madrid, escogiste el camino fácil y desperdiciaste tu última oportunidad. Novio senior esclavo de su posición, diferenciándose vía BMW. El mismo tipo sin personalidad con 40.000 euros menos. Imbécil, no olvides el reloj. ¿Omega o Tag Heuer? Poco importa, nadie se fijará. La clase media— intentando ser clase alta—termina en clase baja. Compran a crédito con el único objetivo de aparentar. Dos mileuristas alquilan palacete para su boda, casarse por miedo al ‘qué dirán’. Cubierto a 200 euros y la tía Raimunda pimplándose el Pacharán. Más inversiones improductivas: coches, vacaciones, niños. Pero los gemelos no necesitan un Range Rover. Tampoco un apartamento en Roses (con vistas a la carretera) que ni puedes pagar. Tuya es la culpa, de nadie más. Best-case scenario, socio infeliz de Deloitte. Uno más. Nunca hubo cojones de abandonar el rebaño—y su falsa sensación de seguridad. No problemo, sigue llenando celdas de Excel con tu corbata Dior. Para llegar a los 70 y echarte a llorar.